Las rutinas de la vida adulta

Qué difícil es adaptarse a los cambios. Esos detalles que alteran tus hábitos y no sabes cómo adaptarlos a tu realidad.

Recuerdo que antes no me gustaba las rutinas. Me parecían súper aburridas porque me alejaban de experimentar lo nuevo, y eso me encantaba. No estaba en mi mente planificar mis días. Más bien, me gustaba la espontaneidad a lo nuevo y me divertía vivirlas a plenitud. Ahora, estoy en una etapa de la vida que no permito la distracción porque, al cargarme de nuevas tareas, ocasiona el aburrimiento por empezar de nuevo. Estoy hecha con un molde de acuerdo a unas medidas exactas que no encaja fácilmente a un nuevo espacio.

Hace días me ocurrió algo extraño. Cambié de posición el comedor de mi sala. Sentí que hubo un choque de emociones porque no me gustaba como se veía mi casa. Pensé que un extraño se apoderó del momento para hacer estragos en mi hogar. Pero, aquel extraño era mi voz interior que gritaba: ¡Quiero un cambio!

Los días transcurrieron y me adapté a los cambios. Tanto así, que me gustó lo que hice. Por lo que deduje que los nuevos episodios no son tan malos como parecen. Lo complicado está en la actitud que tenemos antes tales circunstancias. Pensar que los días deben transcurrir iguales, te mantienen en una rutina compleja y un tanto aburrida, que te aleja de disfrutar de lo nuevo.  

Semanas atrás, escribí acerca de tener 30 años y el conflicto interior que todo sujeto padece. Creemos que por estar en el tercer piso necesitamos una rutina estricta, para recordarnos que ya somos adultos. Cuando la realidad es que la vida debería de vivirse de acuerdo a lo inesperado y actuar de acuerdo a las emociones que se presentan a esa nueva realidad.

A veces, sucede que queremos cambiar de trabajo, terminar una relación o simplemente cambiar la posición de la planta, que ya no te gusta en la sala de tu hogar. Tales, acciones queremos hacerlas, pero no se ejecutan por el temor a sentir nuevamente. Típicos episodios que no son tan complejos como a comparación de eventos trágicos, que sí te dejan un sabor amargo, y cuando suceden, te das cuenta que lo demás no tenía tanta importancia.

Pareciera que en la nueva era no está permitido sentir nuevas sensaciones. Tanto así, que olvidamos que somos humanos con emociones. Nos convertimos en robots con una cotidianidad llamada “vida”. Luego, al final del día repetimos: “El tiempo pasa muy rápido”.  

Siempre estaré a favor de la planificación porque es una manera de organizar mejor todas las actividades del día a día, pero, a la vez, considero que esa misma planificación debe ir de la mano con lo que realmente te hace feliz. La vida es tan corta y no sabemos cuál será el final de cada quien, pero lo que si tenemos en nuestras manos es la decisión de escoger los cambios que queremos para nuestras vidas.

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