Ella y él: Capítulo 5

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Ella y él: capítulo 5

Desde el primer año en la universidad inicié las prácticas de fútbol. El entrenamiento era pesado y no tenía tanta agilidad para mantenerme. Poco a poco fui ejercitando mi cuerpo para tener la resistencia física. Mi apariencia empezó a cambiar. Mis brazos más gruesos, piernas de atleta y el abdomen duro. Lo que hizo que las mujeres se fijaran en mí. Comencé a coquetear con varias hasta convertirse en un placer. No sufría de inseguridades porque con un rostro atractivo y buen cuerpo no iban a decir que no. Hasta que la conocí a ella. 

Me resultó curiosa su reacción. Dudé por un momento el por qué quería estar con mi amigo más que conmigo. Tal vez no soy de su interés. Pero el juego de miradas tenía algún sentido para mí. —No quiere nada serio. —deduzco. 

Agarro la mano de Margarita y le doy un beso. Sugiero regresar a casa para seguir bailando. Miro su rostro decepcionado por esquivar su pregunta. Caminamos juntos de la mano. 

Entramos a la sala y la rubia se aleja para ir en busca de un trago. En eso, asiento mi cabeza con afirmación y le hago señas que me reuniré con mis amigos.  Hablan acerca de sus planes laborales.

La conversación me pareció aburrida y sigo mirando los alrededores. Busco su rostro, pero no está en el salón. Sigo en mi búsqueda, y la encuentro en el patio completamente sola. Se ve más pequeña desde la distancia, y más atractiva con el cabello recogido. Observo que lleva un short bastante desaliñado y un top oscuro que resalta sus enormes senos. Admiro su rostro sudado por la humedad de la noche. Obligo a mi mente a la idea de ignorarla lo que resta de la noche, pero me doy cuenta de que Marcos también la mira. Frunzo el ceño como señal de disgusto y fijo la mirada para descubrir sus intenciones. Se aleja del grupo para buscarla, pero antes va a la estación de los tragos para cargar su vaso. Aprovecho la oportunidad para adelantarme y camino a buscarla. 

Observa que voy a su encuentro y sonríe dando a entender que se alegra por mi presencia. —Espero no equivocarme

—Hablé con Margarita, ¿y crees? No le importó. 

—¿De qué hablas? ⏤reacciona sin interés. 

—¡Cómo de qué! Me dijiste que no tenía chance contigo porque no eres de perder amigas por un hombre. 

— ¡Ah cierto! Es que me estoy quedando en su casa. No me quería ligar con su novio o lo que fueras de ella. 

— No soy nada de ella. La conocí hoy. Entonces, si tengo chance contigo.  —mirada ilusionada.

Su sonrisa es contagiosa. Su mirada es misteriosa y sus labios sensuales. Me tiene cautivo y me mira con ganas de estar conmigo toda la noche. 

—Si tienes chance. ⏤bebe un sorbo de su vaso y me lanza una mirada coqueta. 

Se escucha la música de Marc Anthony de fondo. La agarro de la mano y sin más, me pongo a bailar. Su cuerpo está estático, pero luego sonríe como respuesta de aprobación.

Inicio el coqueteo acercando mi cabeza a su cuello. La posición es incómoda porque su baja estatura me llega más abajo de mi cuello, por lo que tengo que arquear mi espalda. Pero su aroma a coco nublan mis pensamientos. Aprovecho que estoy abajo y acaricio leve su oreja con mis labios. Un acto un tanto arriesgado, pero no sentí reproche de su parte.

En el proceso de seducción, mis labios poco a poco se alejan de la zona para bajar hasta su cuello, con una distancia prudencial que solamente sienta mi respiración. Reacciona apretando mi mano, hasta soltarla y entrelaza sus manos en mi cuello. Tal movimiento hizo acercarme más a su cuerpo, por lo que descaradamente intento masajear ligeramente mi miembro con su cintura. Su cuerpo se siente alarmado, por lo que se aleja de mí, para dar inicio a varias vueltas al son del baile. Aprovechamos la oportunidad para el contacto visual. Miradas apasionadas. Con ganas de querer estar en un espacio a solas.

—Bailas bien.  

— Me encanta la salsa —ella responde con entusiasmo. 

Dos vueltas en total para volver a donde estábamos. Sigo con mi protocolo de seducción: otra vez, coloca sus manos entrelazadas a mi cuello, mientras intento reposar mi cabeza junto con la de ella, pero esta vez quiero ser más directo, por lo que me acerco a su cuello. La posición me deja sentir el sudor. Me parece sensual. Así que empiezo a darle pequeños besos. Detonante de risas. —eres muy juguetón. Me gusta— Sonrío como señal de satisfacción por el cumplido. Aparto mi cabeza de su cuello y retomo la posición recta para descansar mi espalda. Jamás pensé en la importancia que tienen los tacones en una mujer, hasta ahorita. Como quisiera que los tuviera para que intentara llegar a mi estatura. 

Culmina la canción y empieza a sonar otra. Me alejo de ella como señal de hacer una pausa al baile.  

«Cuando te miro

El corazón se me acelera y me hace

Tunku, tunku, tunku, tuku

Tunku, tunku, tun«.

—Me encanta esa canción. —me agarra de la mano y sigue bailando. Sonrío embelesado y la complazco. 

«Estoy enamorado de esa carita tan bonita

Esa linda sonrisa

Estoy enamorado de esa carita tan bonita

Estoy enamorado de ti

Se aparta de mí y comienza a moverse sola de un lado a otro. Canta la canción en voz alta. Se toca el pelo para coquetear con su larga melena. Intenta dar vueltas al ritmo de la música. En uno de sus giros, me mira y me pica el ojo. Me derrito y libero una sonrisa. 

«Tú eres la princesa

Del reino de mi vida

Y de la primavera

Eres la flor más linda

La mujer más hermosa

La prenda más querida

Eres la medicina

Que cura mis heridas

Por eso

Yo, y yo, y yo

Necesito un beso tuyo

Necesito un beso tuyo

Para aliviar mis dolores

Yo, y yo, y yo

Necesito un beso tuyo

Necesito un beso tuyo

Para aliviar mis dolores.«

Se acerca y rodea mi cuello entre sus brazos quedando de frente a mí. Sigue bailando de un lado a otro, intentando llevarme. Lo logra. Estoy en sus manos hechizado con sus movimientos. El ambiente es ideal para el primer beso y solo nos miramos. Me deja sin pensamiento. Ella lo siente y toma partido de eso para acercarse más a mí, hasta sentir su vientre junto a mi cadera. Sigue mirando y suelta una sonrisa de medialuna. Procede a jugar con mi pelo y hundir sus dedos en mi cabeza. Siento el despertar más abajo de mi cintura. La acerco a mi cuerpo. En eso, se aparta y dice:  ⏤ ¿Dónde queda el baño?, ¿Me acompañas? 

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