La crónica titulada: Un día normal en Caracas fue escrita el 8 de julio de 2019.
Mi corazón estaba arrugadito. La mirada de aquella señora de cabello blanco platinado me deslumbró. Pues, su rostro sorpresivo fue la reacción hacia el feroz grito de una mujer de apenas treinta años de edad, que respondía a la pregunta: ¿te puedes echar un poquito para atrás?
Todo ocurrió ayer cuando me dirigía a mi casa, cansada y con los ánimos caídos, luego de una mala noticia. Estaba sentada cerca del conductor, en aquel espacio donde el calor es fulminante, pero mi cansancio dejó a un lado su sandez para aceptar la invitación de sentarme allí y no permanecer de pie. En la tercera parada subió la mujer de treinta. Su cuerpo robusto estaba cubierto por una vestimenta de pocos amigos. El suéter, al mejor estilo del liceo, me hizo pensar que se trataba de una mujer malhumorada. Entre sus manos llevaba una bolsa cargada de panes y un vaso de refresco que marcaba el nombre de Pollos Arturos. Desde el momento en que subió al autobús se sentía incómoda, ya que llevaba en su espalda un morral completamente abarrotado.
El chofer hizo una parada y al estacionarse subió la señora de cabello blanco platinado. Ella iba apurada y hasta un poco acelerada. En ese instante, sentí que expresaba angustia por llegar a su destino. El autobús venía repleto y la señora de cabello blanco no tenía espacio para sus movimientos habituales. Su espacio personal estaba invadido por algunos desconocidos que también querían llegar rápido a su destino. En aquel grupo se encontraba la mujer que aparentaba 30 años. Un encuentro que pronto terminaría en malos términos.
La señora al sentirse con poco espacio, se atrevió a preguntarle a la mujer de 30 años: “¿te puedes echar un poquito para atrás?”. Sin embargo, aquella mujer saltó de repente y vomitó expresiones groseras hacia la señora. Todos nos quedamos sorprendidos porque lo único que debió responder fue una frase de amabilidad hacia una señora que podría ser su madre.
Viví esa situación incómoda donde el respeto se ha perdido en una sociedad con carencias de educación. Mientras tanto, sigo sentada en aquel autobús, imaginando a un país distinto donde la educación y los principios son la base de cada ciudadano.