No tengo tiempo para mí

No tengo tiempo para mí es la típica frase que no puede faltar en mi vocabulario.

A diario no tengo tiempo para mí porque me levanto temprano para realizar mis labores cotidianas. Llegada la noche, dedico las pocas horas que tengo antes de dormir para realizar mis tareas en el hogar, lo que genera cansancio y estrés a mi cuerpo y mente.

Mi rutina diaria me absorbe hasta tal punto que, al llegar el fin de semana, realizo cualquier actividad recreativa que me haga cambiar la rutina. Por lo que mi tiempo se acorta y finalizado el día, siento que no disfruté nada.

Sucede muy a menudo que no tengo tiempo por saturar a mi mente con preocupaciones acerca de culminar asuntos pendientes para el otro día. 

Considero que mi estilo de vida acelerado se asemeja a la de otros sujetos, pues vivimos en una época en la que todos dependemos de la inmediatez del momento. Por lo que no hay cavidad para perder el tiempo. El sujeto no tolera perder las horas del día ya que su cerebro se acostumbró a pensar que “el tiempo vale oro”.

Lo difícil no es aceptar que nuestra vida gira en torno al tiempo, sino el daño que causa al cuerpo y la mente. Mantener un estilo de vida acelerado ocasiona cansancio, afectando nuestra salud.

A veces pienso que la solución es mantener un estilo de vida sedentaria, alejando la tecnología que forma parte del proceso de evolución del sujeto actual. Sin embargo, es una idea absurda pensar en vivir sin tecnología cuando ya dependemos de una máquina. 

Es importante alejarse un rato de la tecnología y disfrutar el simple hecho de vivir. Porque el uso excesivo del móvil ocasiona que se pierdan momentos para disfrutar lo que te rodea.

Todo es cuestión de tiempo, mientras, seguiremos viviendo la vida en contra reloj hasta que el tiempo se acabe. 

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